ESPIRITUALIDAD
PRÁCTICA
Desarrollar habilidades genuinas* para el desarrollo personal
Porque el Señor y el Espíritu son uno mismo, y donde está el Espíritu del Señor hay libertad. Y nosotros no tenemos ningún velo que nos cubra la cara. Somos como un espejo que refleja la grandeza del Señor, quien cambia nuestra vida. Gracias a la acción de su Espíritu en nosotros, cada vez nos parecemos más a él.
2 Corintios 3:17-18
Queremos evidenciar en la comunidad la validez de las disciplinas espirituales para el crecimiento y desarrollo personal de las personas en la comunidad por medio de una adaptación de herramientas que ayuden a la gestión de uno mismo y la gestión de las personas. Por obvias razones el creyente expresa el fruto del Espíritu Santo en su carácter y no vamos a pretender que los miembros de la comunidad sean guiados por el Espíritu Santo sin reconocer el Señorío de Jesús. Sin embargo, una vida llena del Espíritu Santo debe ser lo suficientemente atractiva en la comunidad como para mostrar la validez de los principios cristianos para la gestión de uno mismo y la gestión de las personas.
¿Cuáles podrían ser las evidencias de que estamos viviendo así dentro de la comunidad?
Algunas evidencias que podemos medir son:
- Impulso de iniciativas de restauración personal desde estrategias no proselitistas como la de los 12 pasos de alcohólicos anónimos
- Talleres en la comunidad para aprender a manejar las emociones, saber escuchar o gestionar conflictos, desenmascaramiento de hábitos destructivos
- Desarrollo de iniciativas para conectar nuestro ser con Dios fuera de la iglesia, por ejemplo, por medio contemplación o cuidado de la Creación, el servicio por una causa superior o conectarse con los anhelos que Dios puso en el corazón de las personas para cumplir su propósito.